"El contacto con la naturaleza tiene beneficios para la salud de los niños y les ayuda a sobrellevar mejor sus preocupaciones"

Silvia Collado Salas es profesora e investigadora en el Departamento de Psicología y Sociología de la Universidad de Zaragoza. Su línea de investigación principal se basa en la Psicología Ambiental y más concretamente en las relaciones de los niños y niñas con el medio natural. Ha participado en multitud de investigaciones sobre naturaleza y bienestar infantil y es autora junto al profesor José Antonio Corraliza del libro "Conciencia ecológica y bienestar en la infancia".
El pasado 27 de abril participó como ponente en el Think Tank “Contacto con la naturaleza en la infancia: una relación saludable y sostenible” coordinado por el profesor Pablo Pardo, al que asistieron alrededor de 200 estudiantes de 2º curso de los Grados en Magisterio de Infantil, Magisterio de Primaria, Psicología y Educación Social. EsteThink Tank forma parte junto a otros de diferente temática del denominado “Viaje Formativo” del Centro Universitario Cardenal Cisneros, un programa de formación transversal que el centro ofrece a todos sus estudiantes sobre temas esenciales para su desarrollo profesional y que están vinculados a una o más asignaturas de cada curso y titulación.
- Según las investigaciones que has llevado a cabo, los beneficios que tiene el contacto con la naturaleza para la infancia son muchos pero ¿podrías explicar cuáles son los principales?
El contacto con la naturaleza, sobre todo el contacto directo, no tanto el visual que también, pero sobre todo el contacto directo tiene beneficios por un lado para la salud de los niños, las niñas y los adolescentes, para la salud física pero también para la salud mental porque les ayuda a olvidarse o evadirse de sus preocupaciones y a sobrellevar mejor los eventos estresantes. Y por otro lado, se ha visto que el contacto directo con la naturaleza, las experiencias tempranas de contacto con la naturaleza aumentan las actitudes a favor del medio ambiente y también los comportamientos a favor de su cuidado.
- Esto en cuanto a beneficios para los niños, pero ¿qué nos puedes decir de los beneficios que esta relación aporta a la naturaleza?
Claro, la naturaleza también se beneficia. Si te das cuenta a través de ese contacto directo con la naturaleza, los niños conocen su entorno y se crea un vínculo emocional con el entorno natural, lo cual conllevará a futuro que estos niños, digámoslo así, se preocupen más por el medio ambiente y por lo tanto estén más convencidos a la hora de llevar a cabo acciones que beneficien al medio ambiente, a la naturaleza, acciones de protección y de conservación. Por ello, tener un contacto estrecho y frecuente con el medio natural beneficiará, no solo a la infancia sino también al medio natural.
- Y en este sentido, ¿qué puede hacer la comunidad educativa y en concreto los maestros para que nuestros niños puedan mejorar esa relación con la naturaleza un poco perdida?
Los maestros juegan un papel muy importante en la labor de recuperar o de reconectar a los niños y a las niñas con la naturaleza. Dentro de sus posibilidades, en los mismos centros educativos, se pueden buscar rincones donde los niños puedan explorar el medio natural. Y se pueden planificar también salidas de campo, salidas al exterior, donde puedan aprender sobre la naturaleza directamente estando en este entorno. Y no hace falta que nos vayamos a una zona lejana, sino que los entornos cercanos a los centros educativos también pueden servir para que sientan esta conexión o apego hacia el entorno natural.
- ¿Qué papel juegan las familias, qué es lo que estamos haciendo mal?
En mi opinión, no es que estemos haciendo nada mal, sino que lo que ocurre es que todos llevamos un ritmo de vida muy ajetreado, que deja poco tiempo para el juego libre en la naturaleza, tanto a los padres como a las madres y a los niños, es decir, cuando tú tienes un hijo hay veces que por falta de tiempo es más cómodo estar en casa porque está entretenido con algún juego, que llevarle a un entorno natural dónde vamos a tener que estar prestándole mucha más atención.
Entonces ¿qué podemos hacer? Intentar buscar estos momentos, para llevar a los niños y a las niñas a entornos naturales que no tiene por qué ser irme a la sierra todos los domingos, sino que puede ser un parque amplio; si vivimos en zonas costeras, una zona de playa donde los niños puedan experimentar por sí mismos lo que es tocar las hojas, sentir la arena, ver cómo va cambiando la vegetación con las estaciones, ver y explorar el mundo de los insectos, etc. Es decir, reconectar con el entorno natural que tenemos más cerca y a nuestra disposición. Por otra parte, también a la hora de elegir un centro educativo, buscar aquél en el que no solo nos ofrezcan la mejor calidad educativa, sino también fijarnos en las instalaciones que tiene: el tipo de patio, si cuenta con huerto ecológico o si tienen jardín. Son pequeños detalles que van ayudando a que los niños reconecten con el entorno natural.
- Además del ritmo de vida de los adultos, ¿hay otros factores que estén influyendo en este cambio social, cultural y de hábitos?
Lo que muestran las investigaciones es que influye, por un lado el estilo de vida, por otro, el uso de las nuevas tecnologías que hace que los niños estén entretenidos con la tablet o el móvil en lugar de salir a la calle a jugar, pero también la percepción del espacio como inseguro. Hoy en día, es raro que una familia deje a su hijo o a su hija andar solos hasta el colegio, aunque esté cerca. Estamos cambiando el estilo de vida, estamos acostumbrados a ir en coche a todas partes y llevarles hasta a la puerta. Entonces tendemos a percibir el espacio como más inseguro de lo que realmente es y eso hace que sobreprotejamos a los niños y no les dejemos andar y explorar su entorno.
En cuanto a los centros educativos, se ha visto que los profesores perciben que el uso de la naturaleza como herramienta educativa es complicado por varias razones. Entre ellas, porque tienen que seguir una programación que, según afirman, no les deja tiempo para poder llevar a los niños y a las niñas a la naturaleza. Por otro, piensan que hay restricciones de los padres que no ven bien que sus hijos salgan al parque, se manchen o se puedan caer. Además, otra de las razones que señalan los maestros es que para salir fuera, al entorno natural, se necesita más profesorado, que ellos solos no pueden salir con un grupo de 25 niños sino que se tienen que organizar con otro u otros dos profesores y que esto a día de hoy les es materialmente imposible. Todo ello hace que al final los niños pasen menos tiempo en la naturaleza.
- ¿Y cómo afecta esta carencia al comportamiento de los niños? ¿En qué se diferencia un niño de hace dos décadas de un niño actual en este sentido?
Hay un término que acuñó Richard Louv, periodista y educador ambiental, se trata de lo que él llama “trastorno por déficit de naturaleza”. Una de las consecuencias de esta carencia, que se ha visto en diferentes investigaciones, es que a nivel conductual los niños y las niñas son menos independientes, son más dependientes de los adultos. Les cuesta más explorar su entorno, las diferentes posibilidades que pueden encontrar en un entorno natural o con los elementos de la naturaleza, desarrollan menos su imaginación, no juegan con los elementos de la naturaleza como pudieran hacerlo los niños de otras generaciones. Los niños y las niñas actuales están más encorsetados en otro tipo de juegos, en su día a día e incluso el fin de semana tienen que ir a sus deportes, se organizan mucho los tiempos de estudio e incluso de juego. Todo ello les hace ser más dependientes y que les cueste más tomar decisiones cuando llegan a la vida adulta.
- Y por último, ¿a partir de qué edad sería ideal empezar a fomentar esa conciencia ecológica en los niños?
Desde que son muy pequeños, se les puede enseñar, por ejemplo qué es reciclar y a dónde deben tirar cada uno de los residuos. A un niño de dos años, cuando le quitas el pañal le puedes indicar donde está el cubo de residuos y decir "vé y tíralo”, también le puedes decir “se ha terminado la leche, tíra el envase en este cubo”. Desde pequeños se les puede concienciar, lo mismo que con los huertos ecológicos que cada vez más están apareciendo los centros educativos, incluidos los centros infantiles, las guarderías. Ahí se les puede invitar a la observación para que aprecien cómo cuidar una planta, qué ocurre si no la regamos, qué ocurre cuando llega la primavera y salen las flores, qué frutos dan los árboles y cómo recolectarlos, etc. Desde que son pequeños, muy pequeños, ya se puede ir sembrando esta semillita de las actitudes y comportamientos a favor del medio ambiente.
- En cuanto a la relación directa con el medio natural, ¿a qué edad estaría aconsejado que los niños empezarán a ir al campo a experimentar con los elementos del campo, con un tronco, una piedra, con la tierra? ¿Hay una edad aconsejada para ello?
No hay edad de inicio, obviamente cuando gatean tienes que tener cuidado, como tendrías en casa, de lo que se meten en la boca, una piedra, un palo… Pero desde que son muy pequeños ya pueden explorar, gatear por el césped, tocar la tierra, tocar la arena y ver qué ocurre, tocar el agua y ver que se mojan. Todo esto los niños lo pueden hacer desde que son bebés, no hace falta esperar a una edad determinada. Lo que sí que se ha visto es que si estas experiencias tempranas de contacto con la naturaleza van acompañadas de adultos que llamamos "significativos", que les sirven de modelo de conducta, les ayudará a adquirir una mayor conciencia ecológica. No lo aprende igual un niño al que le dejamos solo que un niño al que le explicamos: “fíjate en ese charco" y “¿por qué está aquí este charco?”, y le indicamos "el charco está aquí porque ha estado lloviendo, llovió ayer y se ha acumulado aquí el agua". Podemos dejar, como en todo en la vida, al niño explorar solo o podemos también llamar su atención sobre ciertos fenómenos de la naturaleza que despiertan su curiosidad desde los primeros años de la infancia.
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